viernes, 14 de diciembre de 2012


El ser humano tiene una enorme dificultad en concentrarse en el ahora; está siempre pensando en lo que hizo, en cómo podría haberlo hecho mejor, en cuáles son las consecuencias de sus actos, en por qué no actuó como tenía que haber actuado. O, si no, le preocupa el futuro, lo que va a hacer al día siguiente, las medidas que deben adoptarse, el tipo de peligro que lo espera en la esquina, la manera de evitar lo que no desea y de conseguir lo que siempre ha soñado.

Pero, al fin y al cabo –empiezas a preguntarte-, ¿hay algo que esté realmente equivocado?

Sí que lo hay, y se llama rutina. A ti te parece que existes por el hecho de ser infeliz, así como otras personas existen en función de sus problemas, y viven hablando compulsivamente sobre ellos: problemas con sus hijos, sus maridos, la escuela, el trabajo, los amigos.

No se detienen a pensar: yo estoy aquí. Soy el resultado de todo lo que sucedió y sucederá, pero estoy aquí. 
Si hice algo mal, puedo corregirlo o al menos pedir perdón. Y si hubo algo de bueno en mis acciones, eso me va a permitir sentirme más feliz y más conectado con el momento presente.

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