domingo, 13 de enero de 2013

El hombre y la mujer han convivido durante miles de años, a pesar de ser unos extraños, constituyen uno de los fenómenos más insólitos, si meditamos en esto llegaremos a un punto muy importante; en muchos de los casos el hombre y la mujer siguen trayendo niños al mundo y siguen siendo extraños.
El enfoque femenino y masculino son tan opuestos que sin meditación, no hay esperanza de lograr una vida pacifica… La fuerza de la naturaleza donde vive la verdad tiene una gran preocupación, y es de cómo conseguir que el amor y la meditación estén tan conectados en toda relación.
La mayoría de las parejas quieren un amor sincero y honesto, pero la mayoría no están conectados en la meditación, nunca se sientan aunque sea 20 minutos a meditar sobre la otra persona, sino están peleando están haciendo el amor, pero en ambos casos, están haciendo algo relacionado con el cuerpo, con la parte física, la biología, las hormonas, no están en contacto con lo más profundo de la otra persona.
Sus almas permanecen separadas. Esta mas que comprobado, en las iglesias, en los juzgados muchas de las personas casan solo sus cuerpos, sus almas están a miles de kilómetros de distancia.
Ni siquiera están solos en el lecho nupcial, sus almas están en otra parte menos ahí, sus mentes están en otras cosas o pensando en otra persona, o lo más peor que ninguno de los dos estén ahí. Si deseamos una relación armoniosa con la pareja, debemos a ser más meditativos.
El amor no solo basta. El amor solo es ciego, la meditación le proporciona ojos.
La meditación nos da entendimiento, solo así podremos ser compañeros de viaje, ya no es una relación rutinaria.
Se convierte en una amistad que recorre el camino que conduce al  de la verdadera vida. si el hombre está solo y la mujer está sola, el viaje resultara aburrido y muy largo, el hombre y la mujer son las dos caras de una misma moneda, lo mismo ocurre con el amor y la meditación.
La meditación es el hombre y el amor es la mujer. En el encuentro de la meditación y el amor se produce el encuentro de hombre y mujer, en ese encuentro creamos un ser humano trascendental… Donde no existe los celos, la duda, el miedo, la envidia y la infidelidad….

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