viernes, 21 de diciembre de 2012


El silencio es un estado de quietud que nos acerca a la fuente misma de la vida y nos pone en contacto con la conciencia divina que habita en nosotros. sin embargo, hablamos todo el tiempo casi sin parar, emitiendo juicios, y muchas veces criticando a los demás. la sabiduría del silencio que nos permite escuchar y observar la vida, sin que intervenga nuestra bulliciosa mente con sus juicios y prejuicios, se nos presenta como la alternativa que nos puede conducir fuera del ruidoso laberinto de la vida moderna al reino del alma.

El ser humano es humano porque tiene un alma, una conciencia con la posibilidad de ir más allá del racionamiento de la mente concreta e inteligente. Y de ahí que el silencio sea la nota predominante de aquellos que viven más como almas, porque el alma es silenciosa con relación a la bulliciosa mente que no deja de razonar, discriminar, enjuiciar y criticar.

La mente no es ni buena ni mala. Ella obedece a la conciencia rectora. pero cuando la conciencia duerme es como cuando los dueños de casa abandonan el hogar y lo dejan abierto a los intrusos, quienes entran y lo saquean todo. Así, la mente, sintiéndose dueña y señora de la situación, domina y nos esclaviza. ella, la mejor herramienta que el Padre nos entregó se convierte en nuestro peor enemigo

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