martes, 17 de diciembre de 2013

CARICIAS

Por experiencia propia me he da do cuenta que cuando una persona o un animalito que está sufriendo dolores, uno pasa con ternura sus manos en forma de caricias, vemos cómo ellos responden al estímulo de una forma tranquila y sosegada.
Las
CARICIAS alivian, sedan, amortigua, relaja y calma el dolor tanto físico como moral. Las manos hablan y ansiamos su alfabeto. Quizá el mal humor y las depresiones se disiparían en mayor medida si nos esmerásemos más en el tacto hacia nuestros seres queridos.
Por arcaico que suene aquél slogan de los años 60:”la vida puede ser más bella haciendo el amor y no la guerra.” No es sólo placer; acariciar y ser acariciado es, también, una necesidad para nuestro bienestar, equilibrio y desarrollo.
Las caricias son un lenguaje rico y sofisticado. Un extraordinario código de comunicación tan elocuente o más que las palabras, ya que nos permiten acercarnos al otro y crecer en la expresión del amor.
Hay caricias que consuelan, alientan, otras alivian o desatan el deseo Hay caricias vestidas de pasión y las hay con sabor de amistad y ternura.
Las caricias expresan un rango amplísimo de significados: gratitud, compasión, esperanza, reconciliación, complicidad, perdón, etc.
Precisamente porque en la caricia convive lo animal y humano, nos recuerda que somos piel, que somos materia, pero también nos abre la puerta a momentos de trascendencia.
Existe, también, la caricia que nos brinda la naturaleza, el tacto de la tierra, los pies sobre la hierba, la caricia del agua, el manto del cachorro, los pasos en la arena…todo ello nos relaja, despierta la paz interior y la alegría porque nos remiten a lo esencial.
Cuando es sincera y deseada, la caricia transforma. En la ternura nos conmueve y emociona. En la Amistad, nos une y nos hace cómplices.
Incluso la paz y la buena voluntad se manifiestan en el encuentro de dos manos que se enlazan en el tacto de la caricia. También, en el dolor y durante el duelo, el mimo y el abrazo del ser amado hacen soportable la pérdida porque apuntalan el alma herida.
Las caricias abren, además, la puerta a la conciencia de nuestro cuerpo"

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